TONGLEN: tomar sufrimiento, dar amor
Proponemos para estos días la meditación del “Dar y Recibir”, el tonglen tibetano, que viene muy bien explicada en El libro tibetano de la vida y de la muerte, de Sogyal Rimpoché. En lengua tibetana Tong es recibir, tomar, y Len significa dar.
La meditación busca transformar el dolor en amor y compasión. Como dice el libro citado, la práctica Tonglen de dar y recibir consiste en tomar sobre sí el sufrimiento y el dolor de otros y darles a ellos nuestra felicidad, bienestar y paz mental.
Para ello, se utiliza la respiración inhalando sufrimiento y exhalando amor, paz, bienestar. El Libro tibetano presenta una pequeña secuencia de ejercicios para prepararse. Se empieza por uno mismo y se puede ir expandiendo el círculo de compasión hasta alcanzar a todo el mundo, todos los seres.
Aquí hacemos una adaptación libre y sencilla, según hemos aprendido y practicado esta meditación, con unos sencillos pasos
1. Comienza como quiera que te ayude a entrar en meditación: centrando tu atención en la respiración, tomando conciencia de tu ser corporal, de las distintas sensaciones que te acompañan, etc.
2. Conecta con tu ser compasivo, puedes llevar la atención a la zona de tu corazón y sentir que se expande compasivamente e irradia esa cualidad a toda tu persona.
3. Comienza por el tonglen para ti misma/o. Imagina ante ti una figura de ti misma/o. Esa imagen es tu parte más dañada, herida, que se siente maltratada, sufriente ante las relaciones, quizá también ante la sociedad. Alberga todo lo que no te gusta de ti, todo lo que tratas de no mostrar a los demás.
Ahora, cada vez que inspires, imagina que tomas de esa imagen de ti todo su sufrimiento, dolor, malestar. Te abres y acoges afectuosamente todo ello. Cuando expires, imagina que envías a tu imagen doliente toda tu compasión, amor, confianza, alegría, seguridad, compañía…aquello que más esté necesitando.
Mantén esta dinámica durante unos minutos, y si quieres seguir ampliando el círculo, pasa al siguiente punto
4. Haces lo mismo tomando a alguien muy cercano a ti: a un familiar, a una amistad íntima. Visualiza lo que le hace sufrir, sus miedos, sus obsesiones, sus bloqueos, sus dificultades de relación o en la vida. Al inhalar, recibes todo eso, y al exhalar le ofreces compasión y lo concreto y específico que esté necesitando, según lo que hayas visualizado. Siente cómo lo que vas tomando ayuda a disolver el egoísmo que anida en tu propio corazón.
5. Puedes ir ampliando el círculo, abarcando a personas más distantes, menos familiares, hasta derramar tu compasión por el mundo, mientras tomas sus dolores y sufrimientos.
6. Puedes ir cerrando la meditación cuando sientas que se ha disipado el egoísmo de tu corazón. Experimenta gozo al tomar conciencia de la felicidad que has derramado sobre los demás y de la masa de egoísmo propio que has disuelto. Cultiva la intención de replicar en tu día a día lo que acabas de vivir.
M.G.M.